El jardín es un paraíso de color. Una explosión de sensaciones. «Es un espejo supremo para los pintores, y una fiesta para los ojos del espectador». Lo dice Guillermo Solana, conservador del Museo Thyssen-Bornemisza, que junto a la Fundación Caja Madrid presenta la excepcional muestra 'Jardines impresionistas'. Es un exhaustivo recorrido por el tema del jardín en la pintura desde mediados del siglo XIX hasta bien entrado el XX. Reúne 130 piezas maestras de creadores geniales, de las que más de una veintena proceden de la colección de la baronesa Thyssen.
Y al Museo Carmen Thyssen-Bornemisza de Málaga llegará el montaje 'Jardines impresionistas' a finales de 2011, tal y como adelantó la propia baronesa en una de sus últimas visitas a la ciudad. Encuentros en los que Carmen Thyssen sigue las obras de rehabilitación del Palacio de Villalón, donde se mostrará parte de su colección y que ofrecerá como primera exposición temporal un montaje en torno a la obra de Vincent Van Gogh 'Molino de agua en Gennep'.
Para eso habrá que esperar hasta el otoño del año que viene. Ahora, el foco recae sobre los jardines que ya cuelgan de las paredes del Thyssen madrileño, que comparte sede de la exposición con la Fundación Caja Madrid.
Con doble emplazamiento y en cartel hasta febrero de 2011, la muestra coincide con la que el museo del Prado dedica a Renoir, lo que convierte a Madrid durante unos meses en la capital internacional del impresionismo. Es una ampliación de la que presentó la National Gallery de Edimburgo. Está comisariada por su director, Michael Clark, junto a Guillermo Solana y Clare Willsdon, profesora de la Universidad de Glasgow.
«El del jardín era un tema obvio para una exposición, pero que no se le había ocurrido a nadie», reconocía Solana al presentar estos 'Jardines impresionistas'. La muestra recorre casi un siglo con obras de los grandes autores de este movimiento -Manet, Monet, Pissarro, Renoir, Sisley, Caillebotte o Berthe Morisot-, pero también de precursores como Delacroix y Corot, y de grandes artistas de la generación siguiente, como Cézanne, Van Gogh, Gauguin, Klimt, Munch y Nolde.
La exposición arranca con una sección dedicada a la pintura de flores del romanticismo -representada por Delacroix- y a los floreros impresionistas de Bazille o Renoir. Frente a estos «jardines de interior», otros pintores se abrieron al aire libre y exploraron el jardín como paisaje. Artistas de la escuela de Barbizon, como Millet, Corot o Daubigny, fueron precursores inmediatos de la pintura impresionista.
Escenarios de la vida social
Si los de Barbizon representaban jardines campestres, los impresionistas puros descubren la peculiar naturaleza que florecía en los parques de París. Monet y Pissarro, Berthe Morisot y John Singer Sargent ven en los parques parisinos y de otras ciudades los escenarios de una intensa vida social.
Pero también el refugio último de la vida privada: la conversación, el almuerzo, la lectura o el reposo. Se ocupan otros del jardín productivo, de los huertos al que se dedican con intensidad Camille Pissarro y la larga serie de artistas que recibieron sus lecciones o experimentaron su influencia: Cézanne, Guillaumin, Gauguin, Van Gogh, Ensor, Bonnard.
En las salas de la Fundación Caja Madrid la exposición se centra en la evolución del tema y su influencia en la pintura europea y norteamericana del cambio de siglo. Aparecen nuevos lenguajes que conducirán a las primeras vanguardias del siglo XX. Nolde, Ernst, Klimt o Munch, Childe Hassam, James Guthrie o William Merritt Chase desfilan por esta sección.
No falta una sala con una antología de jardines de pintores españoles, como Sorolla, Regoyos o Anglada-Camarasa.
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